lunes, octubre 17, 2005

Otro Artículo sobre Freakonomics y la delincuencia

Con relación al Post anterior, este artículo escrito por Alvaro Vargas LLosa en La Tercera, comenta los controversiales hallazgos económicos que hay detrás del fenómeno de la delicuencia según el libro Freakonomics. Complementando el post anterior, la importancia del libro es que trae a colación las causas sociales que derivan en un montón de fenómenos, entre ellos la delincuencia. A continuación el artículo:

¿Es el aborto un antídoto contra la criminalidad?

Cuando la delincuencia se apodera del debate electoral en Chile, en EE.UU. un libro revive una controvertida tesis para explicar la impresionante reducción de la criminalidad en ese país durante los últimos 15 años. En Freakonomics, el economista Steven Levitt afirma que el descenso del número de crímenes se debe principalmente a la legalización del aborto en 1973. Su argumento es que una generación de niños no deseados, mucho más proclives a convertirse en delincuentes, sencillamente no nació.

Alvaro Vargas Llosa
Fecha edición: 16-10-2005

Hace algunas semanas, William Bennett, ex secretario de Educación de Ronald Reagan y vieja figura conservadora, provocó un escándalo en los Estados Unidos cuando lanzó la hipótesis de que abortar a todos los fetos de raza negra reduciría la tasa de criminalidad. Para ser justos, lanzó la hipótesis en forma desaprobatoria, como respuesta a un oyente de radio al que le trataba de explicar que las consideraciones económicas no deben interferir en asuntos morales. Pero el solo hecho de lanzar la hipótesis -que él mismo calificó de inmoral- le valió una avalancha de ataques y una desautorización de la Casa Blanca (que curiosamente se ve obligada a menudo a explicar las afirmaciones de conservadores que nada tienen que ver con el gobierno, como Bennett o, hace algún tiempo, Pat Robertson).
Pero si se elimina el elemento racial, la oportunidad poco atinada y, sobre todo, la identidad del controvertido personaje público que hizo el comentario, queda en pie una tesis según la cual existe una conexión entre el aborto y la reducción del índice de criminalidad en los Estados Unidos. Y esta tesis ha adquirido mucha notoriedad desde el lanzamiento, hace unos meses, del libro Freakonomics, un texto que quiere desmentir de forma provocadora, sencilla y sorprendente muchas de las verdades establecidas acerca de la conducta social. El libro, que trata de explicar cómo los incentivos legales y sociales afectan la conducta de los ciudadanos en asuntos cotidianos, ha tenido un gran éxito de librería. Sus autores son Steven Levitt -un economista joven y premiado que enseña en la Universidad de Chicago- y un periodista, Stephen Dubner, que colabora con el New Yorker y el New York Times.
Su capítulo más polémico intenta demostrar -con estadísticas, comparaciones y una argumentación serena- que la legalización del aborto ocurrida en 1973 es el factor determinante en la caída de la criminalidad en los Estados Unidos a partir de 1990, fecha en que la generación abortada habría alcanzado la edad a la que se empieza a cometer delitos. Según los autores, aun cuando factores como el endurecimiento del tratamiento judicial y el aumento del número de policías han jugado un papel en este fenómeno, hay una conexión decisiva entre el aborto de millones de niños que de otro modo habrían nacido en hogares que no los deseaban y los habrían descuidado, y la caída del número de crímenes tanto violentos como no violentos en todo el país.
Destruyendo mitos
Freakonomics parte de una comprobación: la tasa de criminalidad subió un 80 por ciento entre 1975 y 1990, y a partir de esta fecha registró un descenso pronunciado, hasta situarse en niveles similares a los de 40 años antes.
Levitt y Dubner examinan algunas de las causas comúnmente citadas para explicar el hecho -el endurecimiento de la justicia, el aumento del número de policías, las leyes sobre tenencia de armas, el rendimiento de la economía-, aceptando que algunas de ellas tienen cierta validez. Pero aun aquellas que son válidas resultan, a su juicio, insuficientes. Por ejemplo: el desempleo cayó un dos por ciento en los '90, pero el número de crímenes no violentos se redujo en 40 por ciento. Es cierto, admiten, que la disminución de los crímenes tiene no poco que ver con el hecho de que en el año 2000 cuatro millones de personas estuvieran en prisión. Pero los criminales no fueron a la cárcel antes de cometer los crímenes, sino después, por tanto algo estaba provocando el aumento de la criminalidad, algo que no se explica sólo por el hecho de que el sistema judicial fuera más permisivo, pues sus cálculos indican que el aumento del número de encarcelamientos no ha incidido más de un tercio en la caída del número de crímenes.
También apuntan a desmitificar a Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, y su "súper policía" William Bratton, a quienes se atribuye universalmente el éxito en el combate contra la delincuencia en la Gran Manzana. Según los autores, la caída de la tasa de criminalidad arrancó en 1990, mientras que Giuliani no asumió la alcaldía hasta 1994. Hacia fines de 1993, ya la delincuencia había caído 20 por ciento.
Y aquí es cuando entra en acción el argumento central. En 1973, la Corte Suprema despenaliza el aborto y sólo en el primer año son abortados unos 750 mil fetos. Hacia 1980, ya había un aborto por cada 2,25 nacimientos exitosos, proporción que se ha mantenido constante desde entonces. En los años 70, el feto abortado tenía 50 por ciento más de probabilidades de nacer en un hogar pobre y un 60 por ciento más de probabilidades de nacer en un hogar de madre soltera que un niño promedio. Como esos dos factores -el haber nacido en un hogar pobre y en un hogar de un solo adulto- duplica la propensión del muchacho a la delincuencia, la legalización del aborto tuvo el efecto de disminuir drásticamente el número de nacimientos en condiciones propicias al desarrollo de un comportamiento delincuencial. En general, sostienen los autores, los niños que nacen en hogares que no los desean suelen ser descuidados por los padres, cuando no víctimas de abuso a manos de ellos, lo que los hace más propensos al crimen.
A partir de comienzos de los 90 -fecha en que la primera ola de niños nacidos después de "Roe versus Wade", la sentencia de la Corte Suprema que dio pie a la legalización del aborto, habría entrado en la alta adolescencia- la tasa de criminalidad empezó a descender de forma muy sorprendente.
Debilidades
Levitt y Dubner creen que la conexión es evidente. Para reforzar su argumento, demuestran que en los cinco estados en los que el aborto fue legalizado antes de "Roe versus Wade" -es decir Nueva York, California, Washington, Alaska y Hawai- el crimen empezó a caer antes que en el resto del país (donde la caída se da a partir de 1990). Entre 1988 y 1999, el número de crímenes violentos se redujo en promedio un 13 por ciento en esos cinco estados.
Para mayor abundancia de pruebas, Freakonomics sostiene que desde 1985 los estados con mayor índice de abortos son también los que han experimentado la mayor reducción de las tasas de criminalidad: un 30% más que en los estados con menor incidencia de abortos. Antes de fines de los años 80 no había relación entre la tasa de abortos y la tasa de criminalidad en ninguno de estos estados.
Hay que añadir que los autores no festejan el aborto ni atacan a quienes se oponen a él por razones morales o religiosas. Al contrario: expresan su respeto por quienes creen que el aborto es un crimen. Su posición tiene de desconcertante el hecho de que rompe la clásica dicotomía izquierda-derecha en el debate norteamericano. Como se sabe, en los Estados Unidos quienes se oponen al aborto suelen ser conservadores y los que lo defienden suelen ser de izquierda. Sin embargo, los argumentos que los autores utilizan para defender su tesis por momentos son conservadores -especialmente en lo que se refiere a la incidencia del crimen en los hogares de madre soltera- aún cuando lo que en última instancia están defendiendo es el efecto benéfico no intencional de la despenalización del aborto, es decir, una posición más cercana a la izquierda.
La tesis de Freakonomics está hábilmente defendida y respaldada en estadísticas sólidas. Quizá su punto más débil es que no indica cómo llega a la conclusión de que el endurecimiento del sistema judicial sólo explica un tercio de la reducción del índice de criminalidad (en lugar de, por ejemplo, significar dos tercios). Tampoco explota bien el embrión de argumento según el cual el hecho de que haya cuatro millones de presos no explica por qué se cometían tantos crímenes antes. Hubieran podido extender ese argumento para explicar que quienes atribuyen al endurecimiento de la justicia la reducción de los crímenes no pueden demostrar aún que el éxito de la "tolerancia cero" será permanente, pues no es seguro que una futura generación no vuelva a la carga y otros cuatro millones de personas tengan que ir a parar a la cárcel nuevamente.
También hubiera fortalecido su argumento una estadística más amplia en relación con la relación entre el crimen y los hogares pobres, los hogares con madre soltera y los hogares en los que hay niños no deseados. Pero, en general, hay suficiente solidez en la estadística que conecta los dos elementos centrales -la fecha a partir de la cual se legalizó el aborto y la caída del crimen- como para merecer una respuesta más sólida y consistente -y menos prejuiciada- de la que ha merecido el libro hasta ahora.